¿Cómo les va?
Luego de algunos dias sin escribir, vuelvo nuevamente al ruedo, con una pequeña reflexión sobre el lenguaje que utilizamos en la comunicación de nuestra comunidad.
No será ocasión aquí de debatir sobre el uso y el valor del lenguaje en términos generales, sino específicamente, de recordar que el lenguaje, si no es comprendido por los destinatarios, es algo sin sentido.
Precisamente, lo que me gustaría señalar, es la necesidad de adecuar el mensaje que dan nuestras comunidades (Catequistas, Dirigentes, Sacerdotes, Laicos) al público determinado al que se dirigen... y aqui no solo me refiero a "la charla" "la clase" "la homilía", sino a todo material de comunicación, desde estos mensajes "orales" hasta los folletos, afiches... hasta el cartelito donde se señala el lugar de una reunión ocasional.
En muchas ocasiones, quienes ocupamos algun cargo "dirigencial", en nuestro anhelo de compartir ese "gustito" por el conocimiento del magisterio, o del aspecto al que nos referimos, pecamos al pretender que los demás se manejan con nuestro mismo lenguaje, y que serán capaces de comprender todo aquello que le queremos anunciar, compartir, o invitar.
Y sobre todo esto, tiene mas importancia, si nos dirigimos hacia aquellos que no participan asiduamente de la vida parroquial.
Posiblemente peguemos carteles invitando a "una novena a N.S de Luján", cuando es muy posible que si alguno está interesado, no pueda participar los nueve dias, además de ser -aun inconcientemente- mas dificil de asimilar esta invitación que simplemente invitar a "rezarle un ratito a la Virgen".
En esto tendríamos que aprender de las corrientes políticas que no viene al caso mencionar, pero que aseguraban que un mensaje, para ser efectivo, tiene que ser hecho en un lenguaje que pudiera comprender hasta el mas ignorante.
Tratemos de pensar un poco en ello... si no responden a nuestras invitaciónes, nuestros llamados, nuestros mensajes... ¿No será que en varias ocasiones no sabemos expresarlos correctamente?
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